martes, 30 de marzo de 2010

El aborto, cómo mirarlo?

Cuando tomamos el tema del aborto para educar a las personas sobre su significado, consecuencias y en otros casos, beneficio, es importante entregar las herramientas que lleven a las personas a elegir o decidir qué es lo mejor para ellas, independiente del marco de creencias que las sociedades, países o juicios existan sobre el tema.

Al investigar nos damos cuenta que su legalidad y el carácter de ella se relaciona con el devenir diario de un país. Existen comunidades que presentan una sobrepoblación que les impide integrar un hijo más al grupo familiar, ya que sería un ente desestabilizador de la propia economía. En otros espacios mundiales donde la tuberculosis, VIH-Sida y la malaria son enfermedades que inciden en la mortalidad infantil, también conducen y determinan la planificación, el deseo y/o el control de la natalidad por parte de las mujeres.

Actualmente la mujer vive un despertar que en Latinoamérica y hace algunas décadas en Europa, las ha conducido a fortalecer y trabajar por la realización de su proyecto profesional. Este hecho ha determinado fuertemente las “pocas ganas” de ser madres.

En otras realidades donde las posibilidades parecen ser escasas, donde educarse es un privilegio y el tener un trabajo también, la llegada de un hijo sería aún más complejo.

El aborto como acción surge a partir de un individuo que no desea ser “madre” o “padres”. En ella o en ellos no existen las ganas de transformarse en personas que puedan ser parte de un proceso de creación, formación e independencia del humano que como hijo darán al mundo.

Para entender un poco más, diremos que el aborto es la interrupción de la vida en su proceso de gestación; es cuando el “ser” que crece en el vientre de una mujer/madre no llega a nacer. Existen diversas razones del porqué dicho proceso no llega a su fin, sin embargo, la mayoría de las veces su intervención o interrupción ocurre desde la acción directa o indirecta de una persona, sea este médico, la propia madre, una partera, algún químico o quizás una operación quirúrgica.

Si bien los abortos no solo se producen por la intervención de la mano del hombre sino de forma natural o lo que se conoce como “aborto espontáneo”, debiéramos de preguntarnos: ¿Por qué no desear un embarazo?:
1. Porque soy escolar
2. Soy muy joven
3. Estoy sobre los 40 años
4. Por no contar con los recursos económicos
5. Tener una salud compleja
6. Por no tener contemplado ser madre
7. Porque fui violada
8. Porque no quiero ser madre soltera
9. Porque mi cultura vive una sobrepoblación
10. Porque existen muchas enfermedades
11. Porque me falló el anticonceptivo
12. Quiero realizarme como profesional
13. Porque tengo SIDA
14. Porque soy adicta
15. Porque mi hijo viene enfermo

Estas 15 razones, que podemos entender como distinciones, nos permiten ampliar nuestro entendimiento y meditar el motivo que conduce a un individuo a finalizar con la vida de “otro” ser humano. Ciertamente esta es una de las múltiples formas de ver y reflexionar sobre el aborto, las otras pueden surgir de esas 15 o más razones que llevan a una persona a tomar esa decisión, sea esta la madre, su familia, la cultura, la religión, la sociedad, su pareja, el marido, etc.

Para entender el tema, es importante hacernos preguntas y ver qué respuestas construimos en conjunto. La idea es ver más allá de nuestro campo de valores, prejuicios o limitantes socioculturales y hacer el intento de reconocer la práctica del aborto como una de las acciones que en nuestra región se realizan con mayor frecuencia de lo que revelan las cifras. Ejemplo de ello es lo que sucede en América Latina, donde las cifras oficiales del aborto difieren de las reales producto de la legalidad e ilegalidad del proceso en algunos países.

En América Latina y el Caribe, alrededor de cuatro millones de mujeres se realizan un aborto del tipo inducido cada año. De ellas, un millón 400 son brasileñas, y se estima que una de cada mil muere por causa del aborto desarrollado en lugares clandestinos. (ver artículo)

En el mapa de colores que se adjunta, aparecen las diversas situaciones que viven los países del mundo en relación al aborto. Allí se indican los parámetros y límites que permiten o no permiten su realización. Chile, Nicaragua y el Salvador, son los únicos países en el planeta que -según dicho mapa- no permiten el aborto en ningún caso. Observar imagen:

Si observamos, uno puede distinguir que tanto las naciones desarrolladas, como las que están bajo la línea de la pobreza a nivel mundial -donde gran parte de los habitantes están expuestos a enfermedades contagiosas- y que, además, cuentan con una sobrepoblación, integran el aborto como posibilidad.
  
Si bien la razón más clara del aborto es el “no deseo” de engendrar un niño. También sucede que en la actualidad las niñas comienzan su vida sexual a muy temprana edad, por ejemplo en Chile se estima que comienzan a los 15.5 años promedio. A lo anterior se suma la falta de conocimiento sobre el manejo de los anticonceptivos.

Paralelamente, los números señalan que en América Latina las cifras aumentan no solo por los abortos realizados sino por un tema aún más complejo y que se relaciona directamente con la mortalidad de las mujeres a partir de dicha práctica, en especial cuando utilizan vías clandestinas. Las cifras oficiales señalan que las muertes suman alrededor de cuatro mil 760 muertes oficiales en la región, sabiendo que los dígitos reales suman cerca de 10 mil en total.

El aborto es un tema que requiere meditación, observación, empatía y decisión, sea en contra, a favor o de indeferencia pura. El aborto no concluye con nuestras creencias o absolutismos, requiere de entendimientos, de informaciones, antes de condenar como si pudiéramos hacerlo…es un tema amplio y que requiere de la misma actitud para conversarlo.

jueves, 18 de marzo de 2010

LÍDERES PARA CONSTRUIR UN PAÍS

Un 31 de octubre (2009) ingresé a una sala, eran cerca de 30 adolescentes, estudiantes de enseñanza media que provenían de esos espacios sociales llamados vulnerables. Sin consultar previamente qué significaba aquello en la práctica y tampoco tratando de imaginar realidades extremas o historias complejas, nos conocimos. El primer ejercicio fue mirarnos a los ojos sin excusas ni definiciones, pero si con mucha libertad.

Ellos integraban el “Programa Educadores Líderes” de la Universidad de Santiago de Chile. Eran jóvenes que sobresalían dentro de la comunidad escolar por ser líderes, por aquella distinción que los hacía aparecer con una energía potente o distinta a sus pares. Estando en aquella sala, ese sábado de octubre, era necesario empatizar, ir más allá de lo que la vida nos ha posibilitado hacer de manera individual y descubrir esa forma de liderar que actúa hacia un bienestar común.

Un liderazgo en construcción
Ciertamente experimentar una realidad nos permite un nivel mayor de empatía, ya sea al crear una estrategia de intervención o al imaginar una posible solución, pues ambas serán más cercana hacia las personas que van dirigidas.

La experiencia que nos entrega estar con el “otro” o los “otros” desde una relación humana, distinguida como un ejercicio basado en la escucha “presente”, la observación y la empatía, nos entrega una vivencia emocional, de contenido y de hechos concretos que ayudará sin duda a imaginar qué es eso que buscan o necesitan descubrir las personas, en su hacer, en su cotidianidad.

Intervenir desde un liderazgo que vaya en pro de fortalecer los proyectos comunes, individuales y por construir, es la visión de un líder que comprende lo que requiere una comunidad humana que imagina en torno a sus sueños, deseos y frustraciones por disipar.

Aquí, al igual que en la frase “el mensajero no importa”, el líder no es el centro de todo proceso, por el contrario, su papel es revelarles a las personas la capacidad innata y la fuerza que vive en ellas, ya sea al momento de vincularse y hacer posibles sus proyectos de vida, laborales y humanitarios.

Por años los líderes fueron vistos como pequeños “héroes”, seres especiales y protagonistas de los cambios, sin embargo si observamos bien, los cambios son el resultado de la fuerza que logran las personas al trabajar unidas para y por un objetivo común, es más, sin personas no hay líder, su figura se sustenta desde la existencia de los “otros”.

Ahora un líder que advierte su capacidad y rol, comprenderá que puede vincular, potenciar y dar sentido a la existencia humana. El valor de su intervención surge cuando las personas descubren que desde sus acciones, lo que parece “imposible” puede ser posible.

Es sabido que lo que nos impide pensar en lo “posible”, es el discurso instalado de que las “cosas seguirán siendo como han sido hasta hoy”, ello siembra la frustración y por ende, paraliza las acciones o movimientos que permitan cambiar una situación para dar paso a una nueva y mejor.

Hechos como el Plebiscito de 1988 en Chile, el ingreso de la mujer al mundo laboral o el poder hablar de violencia intrafamiliar, explotación infantil y homosexualidad en Latinoamérica, revelan que previamente existió una comunidad, un grupo humano que buscó generar cambios, integración y establecer conversaciones que por largos años estuvieron “escondidas” por otros grupos humanos.

La tarea del líder actual es distinguir, fortalecer y crear comunidades humanas. Para ello el líder debe buscar e identificar como “gran observador” las prácticas utilizadas por los seres humanos al relacionarse. Si hacemos el ejercicio, surgen tres prácticas habituales: el conversar, la necesidad de ser escuchados y la búsqueda del bienestar, tres acciones que permiten sabernos en el mundo junto a “otros”, anunciar qué deseamos y nuestra razón de vida respectivamente.

Es por ello que las distinciones son vitales al momento de trabajar junto a los grupos humanos. Es más, si el líder descubre cómo se comunica un determinado grupo, logrará saber qué buscan, cómo vincularlos entre sí y qué es “eso” que necesitan reforzar para coincidir como comunidad.

En conclusión, diremos que el líder de hoy ya no es el “patrón”, “la autoridad” o “el animador”, sino más bien una persona que sintoniza, que observa al ser humano, alguien dispuesto a escuchar y que de manera brutal se siente inspirado por esa potencia que vive en cada una de las personas, seres que al lograr comunión pueden cambiar el rumbo de las cosas a su favor.
Aquí no hay destino, sólo una vida por escribirse.

jueves, 4 de marzo de 2010

03:34 A.M, HORA EN QUE NOS DIMOS CUENTA QUE LA VIDA ES PRIMERO

Que duda cabe, las personas no lamentan las pérdidas materiales, ni estar mojados o al observar los restos de lo que fue su casa o su departamento de 40 millones – el sueño de la clase aspiracional-. Saben manejar el hecho de no haber comido por días y también la falta de agua, aunque la necesitan ya!.

Quienes vivimos el sismo, algunos lejos, cerca y otros en el epicentro, sentimos que en un momento “la suerte estaba echada”, otros continuaron corriendo por sus vidas...el agua se acercaba, era el tsunami. Algunos a kilómetros de ese escenario intentábamos llamar por teléfono, pero los aparatos tecnológicos no funcionaron, los televisores se fueron al suelo y con ellos la luz, el agua y toda posible forma básica para vivir.

Sin embargo, sin embargo, sin embargo, nuestros coterráneos - las personas-, decían y dicen una y otra vez: “las cosas materiales se recuperan, pero quien me devuelve a mi hermano, a mi nieto Puntito, a mi madre, a mi colega de trabajo”, relatos que nos dicen que no hay algo más importante que la vida y su conservación. La pérdida abrupta de ella, o sentirnos frágiles ante la imponente voz de la naturaleza, nos recuerda que “no tenemos nada controlado”, aunque nos jactemos de ello…

Después de las 3.40, del 27 de febrero del año 2010, nosotros... los de entonces, ya no somos los mismos, los que estuvimos en la queja hoy nos avergonzamos, los que hicimos del festival de viña el centro de nuestra conversaciones agachamos la vista, los que pensamos que éramos inmortales dentro de Latinoamérica pedimos disculpas, porque no hay valor mayor, sentido y emoción que luchar por la vida, ella ciertamente es PRIMERO.