lunes, 16 de agosto de 2010

POR QUÉ SUMAR EL PROYECTO PERSONAL AL "COMÚN"

Preguntarnos a cada momento es un ejercicio neuronal, una acción que nos mantiene vivos, conectados con el exterior e intensamente con el interior. Entre el viaje de vivir, de estar presentes y ausentes la mayor parte del tiempo, vamos construyendo casualmente una breve intención de proyecto, algo parecido a un timón que se inclina a la suerte de los vientos que soplan.


Existen casos donde el timón parece ser guiado por "otros". Para muchos es agradable ser tirados por bueyes, parece una buena estrategia dejar que alguien gaste sus fuerzas mientras guardamos nuestras energías para algo que no sabemos bien qué es. La idea es flamear, flotar hasta que alguien nos diga para dónde ir y cómo hacer el viaje.

Sin embargo y por fortuna, existen los que tienen su propio timón, el llamado "proyecto personal". Descubrir qué hacer en la vida y con ella, es algo que requiere tiempo, y no en sentido cronológico, sino TIEMPO, espacio, aire, reflexión, hasta fascinarnos con todo aquello que abarcan los ojos. Ni un momento parece perdido y todo sorprende, todo parece tener explicación, sentido e intención por existir. Cada elemento parece intervenir y colaborar con dicho proyecto.

Pero, sin embargo, no obstante :), el proyecto no tendría sentido si no es capaz de colaborar con el plan mayor, aquel plan que podríamos definir como humanidad, niños, mujeres, pequeños pueblos, analfabetos, pobres, vulnerados, incapaces, corazones, sonrisas, universo, etc. Existe algo más afuera de nosotros, además de ese insistente hábito de mirarnos el ombligo.

Si un árbol de pompas amarillas llamado "aromo" es capaz de recordarnos dónde y cuándo besamos esos labios voluptuosos, redondos e hidratados, entonces es posible entender porqué razón existe ese árbol y todo lo que nos rodea.

Nada es al azar, todo es por todo. Y tu proyecto más otro proyecto, es el soplo y proceso que necesita el plan mayor para realizarse. No nos hacemos solos, ni nacemos de la magia, sino de seres que tuvieron que unirse para ello. Esa cotidiana acción explica cómo es el funcionar y fusionar de las cosas. Así se crean los fenómenos, la historia, las ciudades, el mundo que gira y nosotros con él a la vez.

El constante movimiento que requiere respirar y botar el aire para luego entregárselo a los vegetales, quienes a su vez lo convierten en oxígeno para otros seres que comienzan a respirar, explica cómo podríamos enfocar los proyectos personales.

Negarnos a las aureolas que un dedo provoca al rosar el agua, es desconocer la intervención de nuestras acciones en el entorno o, mejor dicho, del impacto de nuestros proyectos.

La pregunta es "de qué somos capaces", la verdad es que de todo y nada. Podemos salvar vidas, a la naturaleza y ella a nosotros, al pensamiento del milenio que nos traga, a los niños que nada tienen que ver con nuestros errores. En fin, hay vida afuera y dentro de nosotros, hay día, noche y atardeceres que explican que existe más de una opción.

La misión: descubrir, crear y desarrollar proyectos para aquel "común" que nos espera ávidos de conciencia. La tarea: observar...observar...observar.

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