domingo, 1 de julio de 2012

Vipassana o el salir de la Matrix




¿Sientes que no perteneces al mundo que habitas?

Un día, lejos de Chile, estaba en una situación complicada, estaba haciendo cosas que siempre había soñado, trabajaba con muchas personas diversas, un encanto de espacio, sin embargo el equilibrio, si es que algún día lo tuve, se había ido. En ese instante surgieron preguntas: ¿soy feliz?,  ¿siento que fluyo con lo que hago?, ¿era esto lo que buscaba?, ¿por qué perdí la paz si supuestamente estaba en el lugar correcto?

En esos instantes comenzaron a aparecer los maestros.

Una amiga muy especial que por esos días se encontraba en Bolivia y con la cual conversaba por Internet estando en Ecuador, me pregunta: ¿Por qué no haces un curso Vipassana? Ella llevaba unos 3 a 4 realizados y vaya que su ser había cambiado, era una persona honesta, amable y de gran entendimiento. Su propuesta no tardó en ser aceptada, busqué la web, llené la ficha de inscripción y quedé en lista de espera, como estaba a una semana de volver a Chile, pensé “si hay que hacerlo la lista de espera correrá”.

Los cursos de Vipassana se hacen en todo el mundo. Duran 10 días, es decir, en solo 240 horas de tu vida podrás experimentar el desprendimiento de todo lo conocido, salir de tu “realidad” e ingresar al mundo de la meditación y el noble silencio.

Vipassana es una técnica inspirada por Gautama, el Buda, quien llegara a la visión cabal, a la verdad última sobre la realidad del hombre, quien descubriera hace 25 siglos de qué estamos hechos (partículas subatómicas) y que el “yo” era solo una ilusión construida por el ego. Un hombre iluminado que dejó una técnica que permite la “aceptación de la realidad” o ecuanimidad, la concepción de  la impermanencia, la apertura del “ser” para ser feliz y por sobretodo, la liberación.  

Descubres que tienes la posibilidad de acabar con la ignorancia que frena ese cambio que buscas, sin duda la ignorancia espiritual no deja ver y te condiciona a creer que el mundo externo es lo más concreto que tienes.

Vipassana confirma
Al pasar los días llega la confirmación, dejando la lista de espera y obteniendo el cupo esperado.

Faltaban 4 días para lo que en ese momento llamaba “retiro”. Los nervios se manifestaban en las tripas, sentía ese miedo extraño que te hace pensar “y si mejor no voy”, mientras el ser desde las profundidades dice “debes ir”. Estás en esa dualidad y a veces en la polaridad de oponerte a tu propio cambio, es la mente la que se resiste, comportándose poderosa e indómita.

Al llegar al lugar del “retiro” (Putaendo-Chile) te hacen responder un cuestionario, aceptar el código de disciplina y entregar tus pertenencias “valiosas” como celulares, dinero y en mi caso la libreta de anotaciones más el lápiz. Luego te ubicas en la habitación que compartirás con una o más personas, hablas, miras, preguntas y luego asumes que esta persona será tu compañero de este viaje sin retorno.

Tienes cierta ansiedad porque todo empiece pronto. En la noche de aquel día te comprometes a cumplir 5 preceptos o Sila (moralidad) durante 10 días: No matar, no robar, no mentir, no tener relaciones sexuales y no consumir tóxicos, confieso que todas eran posibles, excepto “no mentir”. También ingresas en el noble silencio y en la experiencia de estar solo aunque estés en un mismo espacio con más de 70 personas, entre hombres y mujeres. La jornada siguiente, como todas las que vendrían, comenzaría a las 4 de la madrugada al toque de gong -que temes no escuchar-, meditar más de 10 horas diarias, más el desayuno, almuerzo y merienda, para luego ir a la cama a las 21:30 horas.

Parece sencillo, los comentarios de los amigos y la familia antes de partir son: “las medias vacaciones”, “yo quisiera desconectarme” o “estar onda relajado meditando 10 días, la suertecita”. Esos comentarios me daban pudor y con ello la reflexión de si en realidad merecía tener ese espacio mientras el mundo iba a 180 kilómetros por hora. Una mezcla de irresponsabilidad y deber estaban en el ambiente.

Al toque de Gong
El silencio de la madrugada hace surgir un gong imponente y envolvedor, son las 4 de la mañana, ¡a levantarse!

Todos bien abrigados enfilamos a la sala de meditación. Es importante acomodarse muy bien, ya que estarás dos horas sentado (para comenzar). Aquí los cojines son importantes, serán tus amigos más cercanos, contendrán todo tu cuerpo durante largas jornadas y días, deben ser resistentes, ya que los dolores no se harán esperar.

La primera tarea será centrar la mente en un pequeño espacio a la altura de las fosas nasales y la comisura del labio superior, donde ingresa la respiración (inspiración y expiración), además de identificar las sensaciones, esta práctica se denomina Samadhi(meditación). La misión parece simple y la mente de manera brutal no revela las dimensiones ni las dificultades de dicho ejercicio.

Las primeras complicaciones son “cómo estar sentado” para no incomodarnos después de un largo o corto tiempo. La espalda es la primera en acusar la falta de apoyo, el trasero a la altura del coxis desea un mejor cojín, las piernas duelen al estar dobladas en forma de indio y tu mente no logra ni por medio minuto conectarse con ese pequeño triángulo de la cara.

Era complejo concentrarse, un desafío para campeones, no logras focalizar la respiración y las sensaciones, mientras tratas de evitar el dolor físico. A cada instante la mente se adueña de la atención, piensas cosas sin sentido como “más rato me bañaré con agua caliente”, “pucha me duele la espalda”, “porqué no traje más ropa” o “ese tipo ‘X’ me cae pésimo”.

Es así como empiezas a descubrir situaciones valiosísimas para la vida. Primero es comprobar que el 98 por ciento de lo que piensas carece de contenido y tiene trascendencia cero o mejor dicho, no te conducen a nada concreto, a nada. La mente se comportaba como un Big Bang de pequeñas unidades de pensamientos (energía e información) desconectadas entre si. Cada una de estas unidades estaban centradas en un recuerdo (pasado) o lo que vendrá (futuro), el presente no lo conocía, creía desde una comprensión intelectual lo que era, pero como no lo había experimentado jamás, era imposible saberlo.

Por lo tanto lo segundo que descubres es que hasta ese minuto jamás habías experimentado el presente, 34 años de vida sin vivenciar el “aquí”, entonces qué podría saber de la realidad, de lo que perciben los sentidos y su construcción casi inmediata de lo que creemos ver.

Es brutal y común preguntarse: “quién” eres realmente. Te deslizas de manera lineal por el tiempo gracias al sistema nervioso, ya que pareciera que no estamos preparados para experimentar todo de una vez, sin embargo, todo está allí flotando como un sistema solar.

Lo tercero y con ello la caída “en parte” del ego, es darse cuenta que nuestras comprensiones de las cosas son desde la intelectualidad, o sea desde la capa externa de la mente, del consciente, sin hacer “carne” aquello que profesamos saber. Es como depositar la creencia en una ilusión que aceptamos sin saber si es cierta. Decimos “sí, claro eso es así”, “estamos todos en red”, “hay que vivir en el aquí y el ahora” o “nuestro espíritu está alegre”:

¿Qué es espíritu?
¿Qué es así?
¿Qué es la red?
¿Qué es el presente?



El dolor
Después de (tus primeras) dos horas de meditación viene el desayuno que es muy abundante, ya que el almuerzo es mesurado y la merienda un guiño. Todo aquello es pensando en el estado que debes lograr para poder constatar tu ser en ese breve instante llamado presente. Aquí no hay azares, cada elemento de la experiencia tiene una razón, aunque trates de cuestionarlo.

Al inicio no comprendes porqué debes tener la concentración en un solo punto del cuerpo durante horas y días, pues la mente habla hasta el cansancio, el hemisferio izquierdo se resiste a ser domado y acallado, él no quiere rendirse. Sientes que cada intento de concentración es fallido, que no lo lograrás e incluso te preguntas abriendo con disimulo los ojos “qué hago aquí entre todas estas estatuas humanas mientras el mundo se incendia”.

Paralelo a ello, comienzas a sentir dolores en diversas partes del cuerpo, esto no es para todos igual. Sientes dolores musculares, tensión, ardor, te enderezas y duele, te encojes y duele,  te inclinas hacia la derecha y duele más. Cambias las piernas de posición y claro, ya los pies no se duermen, pero las rodillas punzan. El estómago es un festival de sonidos, los eructos se aflojan como ángeles y otros temas que no detallaré. Es tan común toda esta sensación corporal que la comunidad de meditantes entra en una intimidad que parece igualarnos.

Sabes que si la meditación dura una hora, hora y media y hasta dos, debes permanecer allí, debes lograr “observar el dolor”, aceptar la realidad “tal y como es”. La razón es muy potente, ya que al observar el dolor, logras ampliar tu capacidad de vivir ante lo que rechazas sin rechazarlo,  aún más, empiezas a saber quién eres.

El cerebro tiende a reaccionar y cada reacción acrecienta las sensaciones. Por ejemplo, si sientes un dolor el cerebro reacciona con aversión consiguiendo acentuar así la sensación (vedana) y de paso el pensamiento: “Esto no lo quiero”. Lo mismo ocurre cuando la sensación es agradable: “Quiero repetirla”. Cada sensación en su forma se convierte esencialmente en una adicción, hecho que nos hace depender de ellas, ya sea deseando o rechazando, ambos trayectos nos producen un estado común que trasciende a cualquier diferencia humana resumida en una sola palabra: infelicidad, ser desdichado.

Es aquí donde mente y materia, pensamiento y cuerpo, sentir y salud, parecen ligarse o quizás nunca estuvieron separados. Cada uno trabaja para el otro.

Observar el dolor es una experiencia inicialmente violenta, ya que lo intentas controlar o te resistes, sin embargo la clave está es entregarse a aquello que pasa en ese presente, en este instante, aceptando la realidad “tal y como es”. Esa simple acción hace aminorar el dolor corporal, parece magia pero es real. Descubres que gran favor le haces a tu cuerpo actuando así.

Al salir de la sala de meditación tras la experiencia de conocerse sientes estar en un estado de tránsito y hasta te desplazas de la misma forma. No comprendes nada, mientras un velo comienza a resbalar. Quieres arrancar de allí, dejar la práctica hasta ahí. Quieres volver a tu vida de ilusión, ya que la otra, la que está por venir te asusta, pues es desconocida, en definitiva: estás apunto de salir de la Matrix.

Todo cambia
Los días pasan como un parpadeo, son intensos. El silencio parece una necesidad, es una decisión noble y sabia.

Comienzas a ansiar la estabilidad, sientes que la necesitas, ya sea al meditar, al sentir, al pensar, al caminar, al dormir. Quieres que todo sea “de una forma”. Quieres que ese viaje como quien cae al túnel sin fondo del País de las Maravillas termine ¡ya!

Pero no, eso no es posible, ya que descubres un cuarto elemento que la propia técnica confirma una y otra vez: la impermanencia.

Cuando hablan del fluir de las cosas no es una metáfora, ya que tanto las sensaciones, el vivir constante, el nacer para morir, nuestra piel o el comportar de las partículas subatómicas nos indican que “todo aparece y desaparece”. Nadie se baña dos veces en un mismo río (Heráclito).

La impermanencia es un hecho y una constante, permanecer equilibrados o ecuánimes a ello es lo que cambia la historia del buen vivir. De ahí la importancia de aceptar el presente, sea como sea, sea bueno o malo, eso de seguro “cambiará”.

¿Cómo apegarnos a las cosas, a las personas, a lo que pasó o vendrá, a todo lo que creemos que nos pertenece?
¿Qué nos pertenece en la impermanencia universal?

Claramente esto no es simple de procesar, quizás demores toda la vida, un segundo o un promedio de ambas, quién sabe aquello. Estás vivenciando undespertar sin retorno, cambias tu punto de vista o el punto donde te situabas para comprender la maravilla esponjosa del universo, de la nada, del espacio vacío que somos y que habitamos.

Salir de la Matrix es dejar de vivir en el mundo exterior para vivir en el interior y desde él. Nada ocurre fuera sino dentro de nosotros; es el proceso de cambio imprescindible, el necesario, el despertar espiritual que falta para vivir en armonía con el todo.

La experiencia Vipassana te entrega las llaves o quizás tu mismo te las entregas  para despertar a la vida, a esa que durante tus primeros nueve meses existía, donde tu ser era honesto contigo y tu con él.

Saliendo de la Matrix
Al cuarto día,  el profesor indica que luego de estar tres días agudizando la mente a través del ejercicio de concentración llamado Samadhi (meditación), puedes pasar a la práctica Vipassana.

La nueva misión es concentrar  la atención y ecuanimidad en cada parte del cuerpo, desde  la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza. Distinguir cuáles son las sensaciones, si son fuertes, sutiles o si no detectas nada. Además, se suma otro desafío, en las meditaciones grupales (tres diarias y de una hora de duración) deberás mantener la misma postura, los ojos cerrados y tus manos en el mismo lugar, pase lo que pase.

En la cuarta jornada las molestias han crecido. Surgen nuevos dolores mientras los primeros síntomas van en retirada. La mente logra concentrarse y el hemisferio izquierdo se ha rendido, ya no sientes esa voz interna que parlotea. Comienzas a experimentar el presente e ingresas al área del inconsciente, aquel espacio vedado y misterioso del ser humano.

La concentración es un estado que amplifica tus sentidos, consintiendo que escuches todo, hasta los sonidos más sutiles. Tu mente alcanza una claridad en diversos ámbitos, solucionas temas personales, hallazgos teóricos, espirituales y de vida cotidiana, te invade la creatividad y el manejo del espacio físico, sintiendo cada paso, cada sabor, cada cucharada que ingresas a tu boca.

Al meditar puedes lograr un grado de concentración tal que dejas de moverte, la respiración toma un ritmo muy lento, ingresando cuotas sutiles de aire al cuerpo. Las extremidades se paralizan y solo la cabeza parece existir. Posteriormente sucede algo maravilloso, por fin comienza el viaje hacia el interior, alcanzando esa fusión con el todo, mente y materia parecen uno, siendo un instante tan verdadero, sin perder por cierto ninguna conexión con el entorno, es decir, no es que estés “en otra”, es que estás experimentando el increíble estado de la reveladora lucidez.

Es así como inicias el camino hacia la sabiduría o Pañña.  

Durante los 6 días restantes las meditaciones estarán enfocadas en observar las sensaciones de cada parte del cuerpo, precisar la manifestación del free flow o libre fluir de la energía y el conocimiento cabal de ti mismo.

Cada día tiene su afán. Cuando ya piensas que aprendiste, que estás unido con el todo, al siguiente segundo ya eres una piedra insensible que parece no conectarse con nada. Nada permanece, todo duele y deja de doler. Ciertamente los primeros 6 días sientes que eres un deportista en un centro de alto rendimiento, piensas que no lo lograrás. La mente por su parte te envía sueño, cansancio, justificaciones, es la verdadera serpiente de la historia, es la indomable que debe ser sometida por ti.

En paralelo, la noche y el dormir tienen su rol también, cada sueño parece una revelación. Surgen así las personas que han sido claves en el camino, los que amas, los que odias, tus pudores, la locura de las tormentas personales fijadas en concretas tempestades oníricas. El magnífico gong se materializa en los sueños, marcando principios y fines, abriendo espacios, cerrando otros. En otros casos ni alcanzas a soñar porque es imposible dormir, tienes tanto ahí dentro que arreglar.

Vipassana, la técnica de la liberación
Es increíble lo que puedes hacer en solo 10 días de tu vida. Es inevitable hacer una lista mental  extensa con los nombres o personas que deseas que lo vivan. Al cabo del curso te sientes realmente feliz porque no solo ves una oportunidad para ti sino para el mundo.

Meditar puede ser la actividad comunitaria capaz de sanar al mundo.

Sabes que lo esencial no está en los 10 días ni en el aprendizaje de la técnica, sino en la constancia de la práctica. Desde hoy sabes que la meditación se sumará a tu cotidianeidad, de lo contario la mente hará su trabajo y comenzarás a creer nuevamente en el mundo exterior sabiendo la verdad de la Matrix.

Al meditar temprano, antes de cualquier otra actividad, puedes comenzar el día con mucha energía, buen carácter y equilibrio mental, lo notas al trabajar, al realizar tareas, todo parece fácil y de fluir rápido, te sientes inspirado por vivir.

Tus objetivos de vida también cambian al descubrir (ver) tus talentos y el propósito de vida, aquella verdad que llena de sentido la existencia, sabes que aquello lo harás con gusto, sin quejas ni agotamientos y lo que es mejor, buscas que tu labor pueda servir a los demás.

Todos los parámetros conocidos de lo que debe ser la vida, el trabajo y las relaciones humanas desaparecen, la mente se rinde y decides abandonar la vida que tenías, optando por actuar de manera honesta con tu ser.

Ya no sigues al mundo,  aquella cáscara consensuada como realidad mundial ha desaparecido y tu te has liberado.

Desde hoy eres una mujer y un hombre libre.

lunes, 20 de febrero de 2012

Los InVisibles


Qué es lo que nos hace comunes a todos. Por qué ya no miro a los ojos. Por qué me pongo los fonos y subo el volumen hasta el dolor. Por qué me desagrada la pobreza, la marginalidad y con ello, a los niños vibrantes de alegría en dicha realidad. Por qué prefiero depositar, donar o pertenecer a una fundación humanitaria donde jamás podré tocar a los beneficiados, ni olerlos.


Qué es lo que no soporto de las realidades degradantes. Qué es lo que admiro, fascina y encuentro en la realidad televisiva que no puedo apagar. Qué hay en mi teléfono que ya no encuentro en mi entorno vivo y carnal.

A qué me niego todos los días. Qué es lo que no quiero ver. Cuál es esa conversación que evito tener. Por qué mi deporte es  pasar en el pasado para relevarlo a carácter de sagrado. Por qué perdí la fascinación por lo que soñaba cuando era niño, dónde quedaron esos mundos llenos de luz y fantasía de mí “ser niño”, ¿por qué renuncié?

Mi postura es “yo primero”, es “yo siempre”, es “yo, el invencible”, es “yo, la mierda viva que capoto cualquier idea de cambio”, es “yo y todas las cosas que aún no me compro”, es “yo y mi perdida de fe en todo lo que en algún momento me llenaba de pasión, de ganas por la vida y el vivir”.

Todo lo anterior ha confabulado desde un acto inconsciente la construcción de una gran comunidad humana, ellos son los “invisibles”.

Los invisibles no sólo están en África, en Haití, en Irán, en Camboya, Rusia, Bolivia, India o China, no, claro que no. No están sólo en los artículos, en los comerciales humanitarios, en las noticias diarias (que cada vez más tristeza me dan), en el reportaje de guerra, en los migrantes o en las mujeres que cada día mueren por motivos que uno ni dimensiona en esta era digital que aún “no es la de todos”.

Los “invisibles” están en todas partes, están en tu casa, a veces son tus padres, tu abuelo o tu hijo.  Ellos están en las micros, en los hospitales, en la calle caminando sin rumbo con un currículum en blanco, para que decir en la red, allí hay demasiados, pero se multiplican más aún cuando el contacto debe ser directo, con la voz, con el tacto, con el olfato, con los sentidos que nos diferencian de los animales, de las bestias.

Hoy es importante hacer la reflexión, identificar a los que son “invisibles” para nosotros, ya sea porque así lo decidimos o por falta de conciencia, de calidad humana, de exceso de ego y poder.

El mundo es lindo, vale la pena un tango  o  un mambo por él, sobretodo cuando empezamos a construir la comunidad de los que hoy deseas hacer “visibles”. Todo es posible cuando salimos del hermetismo, cuando logramos erguir la cabeza, cuando decidimos vivir como los humanos que somos y para lo que fuimos creados (sea quien sea el creador).

Sería bueno hacer una promesa en pro de los “invisibles” y “visibles”. Sería impactante volver a sentir y a creer como niños y dejar la adultez para los zombis. Es necesario tomarse esto en serio, antes de caer en la muerte prematura con el fin de borrar nuestra especie.

sábado, 14 de enero de 2012

Pichidegua “el David” derrota a la termoeléctrica de Fibroandes “el Goliat”

Pichidegua “el David” derrota a la termoeléctrica de Fibroandes “el Goliat”

Una comunidad “humana” de campesinos, de soñadores que viven producto de  la fertilidad de una tierra llamada Pichidegua,  luchó incansablemente para derrotar a un gigante energético de nombre Fibroandes, el Goliat. Hoy libres de una termoeléctrica, celebran al son de la fe y la dignidad de un pueblo que abrazó lo imposible para enseñarnos que unidos “se puede”.

Una gentileza de "Cachapoal sin termoeléctricas" en FB







Publicado también en Sitiocero.net
Los inicios de la cruzada de este pueblo chileno llamado Pichidegua que hoy hace historia, comienza con la revelación de una información que alerta a los pequeños agricultores de la zona: “una termoeléctrica desea instalarse en nuestra tierra”.

Si bien nadie entendía de qué se trataba, era lógico pensar que un puñado de “ingenuos” y a veces tratados de ignorantes, no podrían derrotar la maquinaria política, económica y estratégica de un proyecto energético que pretendía quemar guano de pollo para dar energía a un reducido número de casas del país.
Las preguntas surgieron de inmediato: ¿quién está detrás de Fibroandes?, ¿es cierto que Agrosuper venderá el guano a la energética? y luego, ¿qué pasará con nuestra fuente de trabajo?, ¿qué pasará con la fertilidad del valle de Pichidegua?

La batalla comienza el primer semestre del año 2010 junto a un grupo de vecinos, de líderes y agricultores que deciden detener el proyecto contaminante. No era  fácil organizarse, mientras la performance comunicacional de Fibroandes mostraba a través de un canal de televisión a la alternativa energética como una oportunidad, expresando además que el pueblo pichideguano estaba confundido, mal informado y con posibilidades de acceder al proyecto.
David y Goliat frente a frente. Al verlos era imposible pensar que David sería capaz de vencer al Goliat político, económico y empresarial que daba plataforma a Fibroandes.

Surgen las primeras reuniones de la comunidad en la pequeña escuela de Pataguas Cerro, los habitantes participan en las asambleas, los especialistas dan su veredicto: el proyecto es contaminante y venenoso. Se genera una estrategia de información para prevenir a los vecinos de Pichidegua. El mundo escolar y político de la zona se suman a la batalla. Los líderes agro-empresariales se enteran de los efectos de la termoeléctrica, se inicia la gestión de recursos económicos, mientras algunos donan su tiempo sin medir la postergación de sus familias. Es así como se abren los caminos de la gran cruzada del corazón agrícola de Chile.

Nace entonces el Comité en Defensa del Medio Ambiente de Pichidegua, liderado por Gloria Alvarado. En paralelo surgen las desconfianzas y la incertidumbre de saber quién está realmente por la causa. El objetivo de la lucha era simplemente priorizar la tierra como sustento de trabajo, de vida y de identidad del propio país. De esta manera, las personas o los “David” fueron descubriendo de qué estaban hechos como seres humanos y cuál era el valor del espacio que habitaban, confirmando que no solo los beneficiaba a ellos, sino a la luminosa proyección de un país con alma agrícola.

Se albergan esperanzas en las leyes, en la promesa de Chile como “potencia alimentaria” para el 2020, en la necesidad de un mundo que necesita oxígeno para respirar, en el gesto iniciático a primera vista de un pequeño agricultor que siembra para cosechar un cítrico que pronto irá algún lugar del planeta a beneficiar a la humanidad.

Esos grandes hechos lograron la suma pausada de muchos líderes de opinión, de premios nacionales, de especialistas ambientales, de hombres y mujeres que por el mundo comunicaban a través de una fotografía  “No a la termoeléctrica de Pichidegua”, mientras otros en cada manifestación entregaban el mensaje amoroso de un lienzo que expresaba “Yo defiendo Pichidegua NO al basural termoeléctrico”.

Las manifestaciones locales poco a poco rompieron sus fronteras y se movilizaron a la capital del país, donde los “David” encontraron un espacio para interpretar  la voz de un pueblo de 18 mil habitantes que era amenazado por un proyecto contaminante bajo el disfraz de una propuesta de “Energía Renovable No Convencional”, es decir, “no producimos dióxido de carbono” sino lo que es peor “arsénico”.

La comunidad obtiene la posibilidad de mirarse, de preguntarse “quiénes somos”, “cuáles es nuestra identidad”, “por qué somos el corazón de la agricultura nacional y los promotores de las exportaciones de Chile”. Descubren que al ser generadores de semillas están alimentando al planeta y con ello la misión de asegurar la comida de muchas personas que jamás conocerán, es más, descubren su potencia como comunidad humana, logrando acuerdos, múltiples seguidores y la fuerza para construir una historia distinta y esperanzadora para los “pequeños pueblos rurales” del mundo.

La lucha claramente se aseguró con el diálogo constante entre los habitantes y la autoridad, con antecedentes duros y cifras sobre el aporte interno bruto que Pichidegua brinda a Chile. Incluso una vez los campesinos decidieron realizar una intervención mayor, cortando caminos, hablando en clave desde sus teléfonos para posiblemente no ser cuartados al momento de manifestarse. Ellos cuentan con la herencia histórica y la experiencia de la sobrevivencia, son hombres sencillos y fuertes.

Sin pensar que el día llegaría, un viernes 13 de enero del 2012, la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región de O’Higgins rechaza por 7 contra 5 votos el proyecto termoeléctrico de Fibroandes, las lágrimas estallan como quien alberga la esperanza de un futuro agrícola promisorio y duradero para cientos de familias. La emoción llena la sala que reúne a una comunidad que apostó y lo arriesgó todo por salvar la fertilidad de una tierra que nos pertenece a todos, ellos hoy son nuestros héroes, nuestros “David” venciendo desde los hechos concretos al gigante “Goliat”.

Es así como Pichidegua marca historia y un precedente auspicioso para los proyectos contaminantes que aún no logran ser rechazados. Es más, hoy  bajo una consigna surgida desde la emoción más movilizadora del mundo, una comunidad agrícola al sur del mundo baila y celebra cantando: “Yo amo a Pichidegua”.

martes, 26 de abril de 2011

El viaje mítico

Una imagen del Cañon del Colca-Perú, realizada por José Urrea.

Cuando todo empieza a funcionar. Cuando justo hubo un asiento para ti. Cuando pediste sol y te entregaron primaveras a borbotones. Cuando miraste y ya te miraban. Cuando ibas corriendo enloquecido y algo te reveló que correr no era necesario. Cuando pensaste en los amantes que dejarías. Cuando te armaste de valor y decidiste tomar tu propio rumbo, entonces, el momento de partir ha llegado.

Si hacemos una pausa, de esas esenciales, descubriremos que tenemos la posibilidad de decidir dónde estar y cómo estar. Muchas veces nos pasamos los días hablando de la honestidad o de la infidelidad, sin preguntarnos cuán fieles somos con nosotros mismos.

Nos pasamos la vida enfocados en la paja del ojo ajeno sin reparar en cuánto estamos trabajando por lo que deseamos. Y no me refiero al gesto mítico del que se desapega de las cosas como si fuera un iluminado, sino de ese “ser” que toma sus sueños con disciplina, estrategia y planificación. Toda persona que realmente desea materializar sus sueños, no solo lleva luciérnagas en sus bolsillos sino también una inagotable cuota de voluntad.

Como dirían por allí, esta ruta no es para débiles ni para seres extraordinarios, por el contrario, es solo para las personas que se atrevieron a tomar su propio rumbo, aunque fueran solos en esta maratón.

Comprendo que la incertidumbre nos hace perder el control de la forma que imaginemos, pero confiar en nuestra brújula, en nuestro pulso interior, en lo que nos mueve como seres humanos, es la puerta de salida al mundo que deseamos habitar.

Cuando decides seguir tu intuición, aún sintiendo miedo, y das el paso con brutal arrojo, entonces has logrado reconfigurar el mundo a tu favor.

Desde ese instante el destino comienza a desvanecerse. Desde aquel momento el grado de fidelidad comienza a crecer en ti. El frío, la tormenta, el sin sentido de tus días ha terminado.

De seguro la “insatisfacción” muy triste tomará sus maletas para visitar a otros. Mientras tú liviano y libre comenzarás a sonreír de manera amplia y contagiosa. Como si fuera un efecto viral, muchos querrán sentir lo mismo y porqué no! si este sentir es para todos…¿quieres sentirlo? quieres pensar que tus 70 años no son una imposibilidad, que tu cansancio pasará y que nuevamente podrás tener grandes razones para vivir, entonces dale, vamos!...qué te detiene…sal de tu jaula mental y has florecer ese ser humano palpitante que vive en ti…en algún lugar del mundo de seguro te lo agradecerán. 

jueves, 21 de abril de 2011

¡Hazte cargo! Conciudadanos y la crisis de la confianza en Chile


Una imagen del periodista Gerardo Espíndola (búscalo en Flickr como Chinchorro)
 OECD entrega señales de nuestro panorama social como país y motiva nuevas preguntas y la emergencia de hacernos cargo como comunidad de lo que queremos, ahora!


En abril la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OECD dio a conocer un informe llamado “Panorama Social” que entrega una visión general de los países miembros en términos sociales.

Chille como miembro observador de la OECD también obtuvo algunos porcentajes que motivan preguntas, reflexiones y la tarea real de poder ser mejor como país.

Y cuando decimos mejor,  se traduce en la voluntad de transformarnos en un país que tiene su foco en la acción y construcción de un plan mayor que responda al bienestar de las personas, a una colaboración alejada de las ambiciones personales y que se dispone a trabajar por una comunidad llamada país y mundo.

Ciertamente al minuto de subirnos al metro y sentirnos brutalmente apretados,  al precisar cuánto debemos gastar diariamente para que el presupuesto nos alcance o al enfrentar un trabajo que nos aleja de aquellos sueños pulsantes  -“ahí siempre vivos”-, de seguro  desaparecerán las ganas de construir un país en conjunto, pero “ojo” ciudadanos esto último es una emergencia.

Según el panorama entregado por la OECD, Chile es el país miembro con mayor desigualdad de ingresos.  Es más, el 38% de los chilenos, índice muy por encima de la media, reportan que les es difícil  vivir de sus ingresos actuales e incluso, su nivel de experiencias negativas está por sobre el promedio de los países de la OECE.

Ciertamente los porcentajes y resultados están en directa relación con la realidad de los países miembros como Alemania, Turquía y México, por lo tanto no hay que desanimarse y si somos un “poco” pesimistas, eso tiene arreglo con un cambio de switch que involucra prioritariamente a educadores, padres, niños, empresarios, políticos y medios de comunicación.

Lo que si es preocupante y que influye de manera directa en la construcción conjunta del país que deseamos, es la falta de confianza o de expectativas con los ciudadanos (nuestros pares).  El informe señala que sólo un 13% de los chilenos expresa alta confianza en sus conciudadanos, porcentaje  mucho menor al promedio de la OCDE de un 59 %.

Las personas son sin duda la energía vital de todo cambio, ejemplo de ello es Egipto, el tema del gas en Magallanes y  el movimiento de los pingüinos en todo Chile, entonces  ¿cómo generar escenarios para generar confianza?, ¿cómo reencantar al ciudadano que optó por solo “respirar”?, ¿cómo se combate la resignación?, son preguntas de las cuales debemos hacernos cargo ahora.

Siendo sinceros, tiempo hay! Comienza por administrar tu día. Observa cuánto tiempo utilizas en las redes sociales o al conversar con otros, al viajar en dirección a tu casa y luego descubre cuánto de esos valiosos minutos los usas para hacerte cargo de tu realidad, de lo que quieres tú y la comunidad que integras.

Vamos ciudadano, hazte y hagámonos cargo ahora!

miércoles, 20 de abril de 2011

De qué sirve vivir lleno de seguridades


Desde hace algunos meses estoy enfocada en lo que significa el cambio y las nuevas cosas, en el sentido y sensación del desapegarse a lo que amas por algo que sientes que amarás, es un tránsito polar muy extraño. 


Ciertamente frente a una decisión pasan tantas cosas por la cabeza, desde la muerte  hasta el significado del dolor que sientes al privarte de compartir los espacios con los seres que transformaron  la nada en eso brillante llamado recuerdo.


Hay tantos y tantas que van construyendo nuestras vidas, esto no lo hacemos solos...y cuesta saber que a veces lo único que tendremos es la imagen mental de una persona, de una comida bien entregada, de un abrazo que aquieta...


Qué sucede cuando ya no tenemos aquello, ni nada conocido al alcance para vivir...qué sucede cuándo las seguridades desaparecen, qué sucederá cuando llegue la noche y desconozca sus sonidos...solo quedará la luna, elemento común que podemos ver desde diversos puntos del planeta...


A pesar de toda esa incertidumbre...de ese  mundo "sin imágenes", yo persigo con ansias estar donde no exista nadie para esperarme...porque cuando uno ve con claridad su mundo interior y descubre la existencia de lugares donde aún la luz no llega y no llegará jamás, decides buscar una alternativa que te permita ser un humano mejor...mejor con el desconocido y con quien amas...


Si bien uno se puede quedar en el país de las seguridades, de las certezas del día a día y levantarse a la hora de siempre, comer lo de siempre y luchar por lo de siempre, la pregunta es: y después qué?...De seguro hay un motivo mayor,  un plan que está esperando por ti...hay tanto por hacer...tanto...


¿Cuál es tu talento?...hazte la pegunta...luego, para qué "me sirve"...nada es gratuito...
Es hora de buscarle el sentido y la razón a la vida, frágil y completa a la vez. Quien diga que no tiene un talento le debo decir que ya está muerto y lo que es peor, no se ha dado cuenta.


Mientras, seguiremos despastando el camino como un oriental paciente...nadie nos apura, cierto!
Abril 2011

sábado, 19 de marzo de 2011

Hoy Fukushima, Ayer Chernobyl

El  tema de hoy es cómo cubrimos la demanda energética de los individuos, empresas e industrias, en especial las mineras.  El tema es buscar la solución, la pregunta es ¿a qué costo?, ¿quién se hace cargo de nuestras vidas?, ¿quién está pensando realmente en el futuro de aquellos que aún no nacen?

Hoy todas las agendas están cruzadas por la producción de energía, el combustible y el poder de aquellos que manejan los dos temas anteriores. Si me preguntan cuál es mi deseo: diría que quiero vivir tranquila, donde pueda respirar -ya que es un acto que si lo dejo de hacer, me muero-, quiero que no me usen de excusa para instalar cuanta planta energética de les ocurra o para montar un racionamiento energético que me obligue a aceptar las reglas del "asunto" mundial.

Lamento profundamente lo que ocurre en Japón producto del terremoto, tsunami y ahora la explosión de la planta nuclear de Fukushima. Ayer -22 años atrás- fue Chernobyl y mañana quién?

Será mejor pensar con calma en las soluciones energéticas, no todo lo que se viste de "opción" podrá en el futuro darnos una mejor vida.


Vean una muestra de lo que pasó en Chernobyl hace 22 años: