
Escuchar requiere de un ejercicio vital y necesario para la comunicación humana que entendemos como ese estado de “estar presente”. Quien escucha desde este ejercicio, podrá enfocar sus sentidos, su pensar y su ver al “otro” en su condición legítima de “otro” ser humano. Ello implica un encuentro limpio e integro, lejos de un material cargado de prejuicios y de visiones imprecisas sobre quien recién conocemos o conversamos.
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