lunes, 28 de diciembre de 2009

“LA FUERZA ESTÁ CONTIGO”

Las preguntas son habituales a pocos días de finalizar el año. Giramos el rostro al pasado, meditamos lo sucedido en el presente y luego, imaginamos nuestros deseos y su posible materialización en el futuro. A partir de ello surge una señal que confirma y nombra a la “fuerza” como el hecho que nos permite vivir, arriesgar y saltar. La pregunta es: ¿dónde o cuándo podemos verla y hacer conciencia de ella?

La fuerza es una herramienta que viene con nosotros, es humana y también animal; su poder y tamaño se manifiesta al querer sobrevivir, transformar(se), arriesgar o cambiar el rumbo de lo que ya parecía trazado. Las circunstancias la hacen aparecer, la expanden y la definen. Quien vive momentos de “fuerza” no siempre hace conciencia de ella, porque de manera brutal no sabemos la capacidad que poseemos.
Cuando observamos su poder, su expansiva forma de llenar el espacio, de conducir las acciones y la palabra dicha, el mundo gira hacia las posibilidades.
Vemos “fuerza” en las personas que viven en guerra como un estado habitual, que enfrentan la sed, que construyen sus viviendas en un basural o que luchan por la igualdad. En mujeres sacando tomates al interior de una nave a treintaitantos grados, en los que esperan ser liberados de un secuestro o que están ahorrando para comprarse una prótesis tras la desaparición de un miembro. Cómo es posible aquello. Cómo es posible que alguien persista en seguir viviendo ante condiciones límites.
La fuerza no es una respuesta automática como quien dice su edad, ella requiere ser “experimentada” hasta cumplir el objetivo de decirnos con voz potente quiénes somos. Es en esa revelación vital donde recordamos y volvemos a creer en la “capacidad humana” que ha logrado construir parte del mundo que habitamos.
Para hallar la fuerza no requerimos precisamente de la razón o de los libros, sino más bien del instinto que es capaz de materializarla a través de muchos seres que hoy están abrazados a la vida en escenarios “imposibles” de creer. La fuerza no ve diferencias, está allí, en cada uno de nosotros. A ver si este año el instinto nos ayuda a encontrarla.

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