
Sabiendo que es el país más pobre de Latinoamérica y uno de los más vulnerables del mundo, es posible que esta sea una nueva oportunidad para que los gobiernos, las organizaciones, los poderes económicos y nosotros, instalemos los ojos en esta realidad que pide ser mejorada.
Es complejo pensar que para captar nuestra atención –la del mundo- deba ocurrir un terremoto de 7,3 grados, muchas muertes y desaparecidos. Además de la escenificación de la tragedia y el movimiento humanitario que se organiza en pro de curar las heridas superficiales. Y sin embargo, nos volvemos a preguntar: ¿Cómo podrá –o podremos- curar las lesiones más profundas de Haití?
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