domingo, 14 de noviembre de 2010

Hachiko: A LAS 5 DE LA TARDE ESTARÉ EN LA ESTACIÓN DE TRENES

Las válvulas tienen la función de abrirse, liberar y luego, cerrar. Las situaciones tienen esa capacidad también. Las imágenes, la música, una conversación, un sueño casi real, un abrazo imaginado, un recuerdo que una y otra vez es recordado.

Somos expertos encubridores de emociones que a veces concientemente guardamos, porqué no es el momento de liberarlas, porque tengo una imagen que cuidar, porque la verdad eso es para los débiles.

Hoy viendo la película Hachiko surgió todo aquello guardado. Una válvula se abrió, han pasado las horas y aún no la puedo cerrar. Me preguntaba qué hubo en esas imágenes que de un estado neutro pasé a la catarsis. Será que más allá de nuestra forma cultural de hacer y existir, hay deseos y formas humanas por sobre el deber ser, siendo el mismos film un estimulador de esos deseos.

¿Será que todos queremos que alguien nos espere como Hachiko?, ¿será que deseamos conversar sin preguntas, sin palabras para poder fluir?, ¿será que queremos tener y ser incondicionales sabiendo que será un trato acordado y cumplido?.

A veces uno busca o encuentra. Las personas están en esa constante creencia, piensan que buscan, otros piensan que encuentran, finalmente es una sincronía y uno se “conoce” con las personas y/o con nuestros animales. ¿Qué se espera?, muchas cosas, de preferencia, acuerdos o códigos culturales, formas aprendidas de lo que debe ser una relación y también, algo bellísimo y esperado, que “nos quieran tal cual somos”, sin preguntas, sin observación, solo con los brazos abiertos…o lo que resumimos bajo la palabra “lealtad”, ella no es cultural, es nuestro deseo, es lo que quiero de ti, de todos, es lo que queremos.

El film Hachiko retrata dicho deseo con simpleza y sorpresiva claridad: “que alguien nos espere todos los días, a las cinco de a tarde en la estación de trenes”.
(Hachiko, gran película, véala)

No hay comentarios:

Publicar un comentario